jueves, agosto 19, 2010

Lo que mueve a los jehovistas a ir de casa en casa no es el amor sino el egoismo

En efecto, cuando uno de ellos se presenta a la puerta de alguna familia, no lo mueve el afecto por aquel quien la abre, sino que lo considera un simple medio por el cual se ganara la aprobacion de los jefes y, por tanto, la entrada en el milenio de paz ( para él y unos cuantos intimos).
No es, pues, importante la suerte de aquel desconocido interlocutor, cuya función es solo la de permitir que el proclamador cumpla su trabajo y basta. Que muera o viva no es tan importante. Una vez que se le ha advertido se ha cumplido con el deber. Ha realizado la tarea asignada, tal como se lo han pedido. Y ¡cuidado con decaer o disminuir la cantidad de trabajo o de horas dedicadas a el! De hecho, sino participara regularmente en el "servicio de campo", es decir en la distribución de literatura de casa en casa, pronto estará entre los "irregulares", y, al cabo de seis meses su ficha se retirara del registro de los "proclamadores" y pasara al de los "inactivos".
Este grupo lo conforman los testigos que aunque no han hecho nada malo no han transgredido ninguna de sus normas, no trabajan en la distribución de la atalaya o de otro material impreso. Un inactivo es considerado por los demás testigos una persona que se encamina veloz a la destrucción y que ha perdido el favor de Dios.
Un inactivo es un testigo de Jehová con un pie en la fosa. Se le retiran todos los "privilegios", ya no se le considera una compañía edificante, y se le margina de los demás; en pocas palabras ya no existe. Y no solo esto, también se le considera un homicida in pectore.
Sergio Pollina. " Nuestro amigos los testigos de Jehová"

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