jueves, noviembre 09, 2017

Formarnos para que no nos tomen por tontos.

Y es que normalmente los católicos solemos andar bastante desinformados de las cosas de nuestra propia iglesia y en consecuencia aceptamos todas las bofetadas que nos sueltan, encima convencidos de que nos las merecemos. Pues no. Ni mucho menos. 

Lo que mejor hemos prendido es a poner la otra mejilla, callar, y aguantar todos los improperios. Pero se nos olvida que también el evangelio dice que “la verdad os hará libres”, y hay que decir la verdad de las cosas, verdad por cierto que no todos pueden escuchar con la misma alegría.

Llevamos toda la vida aguantando la historia de las cruzadas y la inquisición. De las cruzadas sólo una cosa diré: que nosotros estábamos primero, que el islam nos echó de allí y no pacíficamente, y que las cruzadas no eran otra cosa que recuperar lo que nos robaron y garantizar a los peregrinos el acceso a los santos lugares. Es decir, estás tan tranquilito en los Santos lugares, viene el islam y conquista lo que es tuyo, y cuando decides recuperar lo que te es propio, encima el malo eres tú. 

¿Que se recuperó con sangre? Claro. Es que las cosas se hacían así. A mandobles. Sobre todo porque cuando al morito le decías que se vaya usted que esto era mío, el morito no sólo no se iba sino que si podía te rebanaba el gaznate con la cimitarra. Cosas que pasaban.

Llevamos toda la vida aguantando los supuestos muertos de la inquisición. ¿Cuántos en toda Europa? 10.000? 20.000? 30.000? 50.000? Estudios muy serios afirman que en España, entre 1540 y 1700, murieron víctimas de la hoguera nada menos que 59 personas. Pero es igual, aunque fueran cien veces más. Los más discretos calculan en cinco millones las víctimas de la represión de Stalin, de las cuales 1.500.000 fueron ejecuciones directas. Y en cuatro días como el que dice. ¿Y a estas alturas van a venir el ateísmo militante, los agnósticos, a llamarnos asesinos a nosotros?

Nos faltan formación e información. Nos falta saber decir las cosas como son. Por ejemplo, que las víctimas del ateísmo en el mundo superan todo lo inimaginable y sin necesidad de salir del siglo XX.
Necesitamos formarnos y conocer las cosas. Tener argumentos.
 Si lo que uno escribe a alguien le sirve para estas cosas, o nos anima a formarnos e informarnos mejor, pues bendito sea Dios.

Por Jorge de Profesion, Cura.

lunes, mayo 22, 2017

Ofrecimiento de la propia muerte.


Del libro “Dios necesita de ti” de Leo J. Trese

“A medida que vayamos creciendo en amor de Dios, no sólo irá disminuyendo nuestro miedo a la muerte, sino que lo convertiremos en instrumento de amor. No olvidemos que por el pecado vino la muerte al mundo; por lo tanto, si ofrecemos nuestro miedo a la muerte como expiación de nuestros pecados, y por todos los pecados del mundo, estamos haciendo de ese miedo un uso magnífico.

Cuando nos angustie la idea de la muerte, podemos unirnos a Jesús en el Huerto de los Olivos, quien, sudando sangre, ofreció su vida al Padre en expiación por nuestros pecados. Lo hizo, entre otras cosas, para que tu muerte y la mía pudieran ser victoriosas. Podemos decirle: “Cúmplase tu voluntad, Dios mío. Que mi muerte sea también instrumento para la salvación de muchos.”... Con actos como éste, de aceptación y ofrecimiento de tu propia muerte, irás venciendo poco a poco tu repugnancia y tu angustia. La Iglesia ha reconocido el valor de tales actos y ofrece, a quienes hayan rezado habitualmente durante su vida, una indulgencia plenaria en la hora de la muerte.”