Pobres de espíritu.
"Hay muchos que tienen por costumbre multiplicar plegarias y prácticas devotas, afligiendo sus cuerpos con numerosos ayunos y abstinencias; pero con una sola palabrita que les suena injuriosa a su persona o por cualquier cosa que se les quita, enseguida se ofenden e irritan. Estos no son pobres de espíritu, porque el que es verdaderamente pobre de espíritu, se aborrece a sí mismo y ama a los que le golpean en la mejilla".
San Francisco de Asis.
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