jueves, diciembre 31, 2009

Una vez casi se acabó la Iglesia.

Graham Greene contó que una vez casi se acabó la Iglesia.

Era el siglo XXV. La técnica devoraba los hombres. Toda la tierra estaba gobernada por un solo partido autoritario, eficaz. Una noche llegó a un hotel de los suburbios de Nueva York un viajero, anciano, vulgar, vestido con una gabardina. Pidió un cuarto, llenó la ficha. Mientras un botones acompañaba al viajero hacia su habitación, el detective del hotel habló al conserje:
—¿No sabes quién es?
—No.
—Es el papa.
—¿El papa? ¿Qué es eso del papa?
La religión católica pereció aplastada por el desarrollo técnico. Solo queda ya un cristiano: el papa. Le eligió treinta años atrás un cónclave, de cinco viejos, que murieron poco a poco. La policía secreta acabó mucho antes con todos los sacerdotes jóvenes, con todas las monjas, y borró los rastros de vida religiosa. Dejaron que el papa viviera, le asignaron una pensión mísera. Lo vigilan por si algún cristiano sobrevive y se descubre intentando comunicar con él. Roma, por supuesto, cambió de nombre hace siglos.
El papa ronda de un país a otro, a la deriva. Teme, le vacila la fe, piensa que quizá todo termina en él. La central mundial de policía controla sus idas y venidas. Hasta que un día el jefe decide acabar: Ordenan que traigan al papa a la celda secreta de la prisión. Charla con él, le ofrece un cigarrillo, una copa y le comunica que ha resuelto terminar, va a matarle. Allí, ahora mismo. El último cristiano, el último hombre de fe, morirá.
El jefe despide a sus esbirros, quiere estar solo. Desenfunda su pistola, concede al papa un minuto para que rece arrodillado. Dispara apuntando al pecho. El papa cae. Se inclina el jefe y apoya la pistola en la nuca del caído para el tiro de gracia. En ese instante, mientras aprieta el gatillo y dispara la bala que hará saltar en añicos el cráneo del papa, una duda penetra en la mente del jefe policíaco:
—¿Y si lo que este hombre creía fuera verdad?
De la tragedia está naciendo un nuevo cristiano.
Pase lo que pase. Hay una palabra en el Evangelio, un compromiso. Nunca quedaremos solos.
Nunca faltará un hombre con fe: El papa. Está Jesús detrás.

De Pastoral vocacional.org

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