Si embargo la palabra "hostia" viene del latín y significa la ofrenda que se le presenta a Dios en un sacrificio, la víctima que allí se ofrece.
"Hostia" y "víctima" son dos palabras que significan lo mismo.
Por ejemplo, en el sacrificio pascual los judíos ofrecían a Dios un corderito (Exodo 12) este cordero era la hostia o víctima.
Cuando en la Santa Misa decimos "hostia", los cristianos deberíamos pensar en Jesucristo sacrificado por nuestra salvación, hecho víctima por nosotros.
La carta a los Hebreos nos dice que nosotros ya no necesitamos de ofrecerle a Dios animales y otras cosas para pedirle a Dios perdón por nuestros pecados, porque todo eso no sirve para borrarlos ( Hebreos 10,4) lo que sirve es la Sangre de Cristo derramada una vez y para siempre (Heb 10,11-18).
Jesús es nuestra hostia cuando queremos ofrecerle a Dios un sacrificio de expiación; Jesús es nuestra hostia cuando queremos ofrecerle a Dios un sacrificio en acción de gracias; Jesús es nuestra hostia cuando queremos ofrecerle a Dios un sacrificio para obtener una gracia especial.
Por otra parte, algunos están acostumbrados a decir que van a recibir en la comunión " la hostia" en el sentido que dicen los diccionarios; pero en ese momento tendrían que pensar que van a recibir a Jesús sacrificado por nosotros y que deben convertirse también en Él, en hostia para la salvación del mundo.
San Pablo en la carta a los romanos, nos dice que debemos:"ofrecerle a Dios nuestro ser, como hostia viva, santa y agradable a Dios" ( Rom. 12,1).
En una de las cuatros oraciones principales que se usan para la consagración en la Misa se pide a Dios que el Espíritu Santo nos convierta " en víctima viva para alabanza de su gloria" ( plegaria eucarística 4), es decir, en hostia junto a Jesús.
P. Alfonso Diez De Sollano S.D.B
De "En memoria mía, catequesis sobre la Misa"
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