La idea de la reencarnación es incompatible con el cristianismo, pues este enseña que el destino del hombre es morir una vez (Cf Heb 9,27) y la doctrina de la resurrección consiste, precisamente, en la salvación de todo el hombre, incluido el cuerpo con el que hemos vivido.
Personalmente creo que el entusiasmo sobre la reencarnación y las religiones del oriente se deben al deseo de seguir creyendo en el mas allá, pero evitando un encuentro con un Dios personal que nos pueda juzgar. Es una forma de creer sin comprometerse, porque son religiones que carecen propiamente de moral y de un Dios personal.
José Antonio Sayés en su libro "Teología para nuestro tiempo".
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