Tres sacerdotes se tomaban un café y comentaban los problemas de sus parroquias.
- Pues yo últimamente estoy teniendo muchos problemas con los murciélagos. Han anidado en el falso techo de la iglesia y no hay manera de echarlos. El problema es que con sus heces pueden transmitir cualquier enfermedad... - dijo el primero.
- Sé lo que dices y no hay solución. Yo probé con veneno y no sirvió de nada. Creo que les gustaba el sabor - respondió el segundo.
- Yo también probé con veneno, con un gato y al final con una escopeta. Lo único que conseguí fueron goteras - replicó el primero.
- Pues yo me libré de ellos en un periquete - replicó el tercero y ante la mirada incrédula de sus dos colegas prosiguió -. Fue muy sencillo, los bauticé, les dí catequésis de comunión, hicieron la primera comunión y desde entonces no les he visto el pelo.
- Pues yo últimamente estoy teniendo muchos problemas con los murciélagos. Han anidado en el falso techo de la iglesia y no hay manera de echarlos. El problema es que con sus heces pueden transmitir cualquier enfermedad... - dijo el primero.
- Sé lo que dices y no hay solución. Yo probé con veneno y no sirvió de nada. Creo que les gustaba el sabor - respondió el segundo.
- Yo también probé con veneno, con un gato y al final con una escopeta. Lo único que conseguí fueron goteras - replicó el primero.
- Pues yo me libré de ellos en un periquete - replicó el tercero y ante la mirada incrédula de sus dos colegas prosiguió -. Fue muy sencillo, los bauticé, les dí catequésis de comunión, hicieron la primera comunión y desde entonces no les he visto el pelo.
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