Lo tenemos, ahora como fiel católico, orando ante el sagrario después de Misa.
Señor, me duele que fulanita que siempre llega tarde a Misa, ahora llego solo para oír el evangelio, no como yo que siempre estoy puntual.
Señor me duele que doña menganita y su hermana que no paran de hablar en Misa, que nos importa la vida de sus hijos a los demás que estamos en Misa.
Señor también me duele por esa parejita joven y su cría que no deja de saltar de un lado para otro, así mejor no vinieran a Misa.
Señor también me duele como canta el coro, tan desafinado y con guitarras, yo así no canto, ¡jamas!.
Señor como me duele la homilía del Padre, se nota que no la prepara, tan descafeinada, yo por eso en vez de ponerle atención siempre rezo mis devociones, lo que diga yo me lo se al derecho y al revés.
Y así estaba él, hasta que oyó una voz en su interior:
¿Y tú sabes que me duele a mi?
Dímelo Señor-contesto el fariseo- así inmediatamente voy a donde el cura para que se arreglen las cosas como tu mandas...
Hijo, lo que me duele es que a Misa vengas a criticar a tus hermanos y no a adorarme y darme las gracias...
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