martes, agosto 18, 2009

San Pablo no enseñaba que la mujer era inferior.

Aqui el porque del texto de 1 Tim 2,8-15 escrito para Timoteo, coordinador de la comunidad de Efeso (1 Tim 1,3):

8 Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar elevando hacia el cielo unas manos piadosas, sin ira ni discusiones.
9 Así mismo que las mujeres, vestidas decorosamente, se adornen con pudor y modestia, no con trenzas ni con oro o perlas o vestidos costosos,
10 sino con buenas obras, como conviene a mujeres que hacen profesión de piedad.
11 La mujer oiga la instrucción en silencio, con toda sumisión.
12 No permito que la mujer enseñe ni que domine al hombre. Que se mantenga en silencio.
13 Porque Adán fue formado primero y Eva en segundo lugar.
14 Y el engañado no fue Adán, sino la mujer que, seducida, incurrió en la transgresión.
15 Con todo, se salvará por su maternidad mientras persevere con modestia en la fe, en la caridad y en la santidad.


En la comunidad de Efeso se infiltró un grupo de falsos doctores (1 Tim 1,3.6).

Ellos inventaban doctrinas extravagantes (1 Tim 1,3-4), interpretaban mal la Escritura (1 Tim 1,7), no aceptaban la resurrección (2 Tim 2,18), prohibían el casamiento (1 Tim 4,3), sin declarar como buenas las cosas que Dios creó (1 Tim 4,3-5).

Guardaban apariencia de piedad (2 Tim 3,5), pero en realidad hacían de la piedad una fuente de lucro (1 Tim 6,5.9-10).

Como profesores ambulantes, conforme a la costumbre de la época, buscaban ser acogidos en las casas de familias más ricas (2 Tim 3,6).

Era el comienzo del gnosticismo que penetraba en las comunidades.

Ligado a este grupo de los falsos doctores aparece el grupo de algunas mujeres.
Pues bien, para realizar su objetivo, aquellos doctores lograban influenciar y cautivar a algunas mujeres que estaban deseosas de aprender cosas nuevas (2 Tim 3,6-7), sobre todo algunas viudas todavía muy jóvenes.

Quizá se trataba de mujeres recién convertidas, puesto que participaban todavía en las "instruciones" (1 Tim 2,11; ver también 3,6).
Eran ricas, pues usaban objetos de oro, perlas y vestidos suntuosos (1 Tim 2,9). En todo caso, no eran pobres.

Por ser mujeres de cierta posición eran visitadas por los falsos doctores, pues, siendo ricas, ellas podían acogerlos y mantenerlos, además de ofrecerles otras ventajas y placeres (1 Tim 5,6.11; 2 Tim 3,6).

Aquellas mujeres tenían una sed enorme por saber: estudiaban siempre (2 Tim 3,7), se rodeaban de profesores para lo que les convenía (2 Tim 4,3), sin alcanzar jamás el conocimiento de la verdad (2 Tim 3,7).

Muy probablemente ellas buscaban el conocimiento en aras de un liderazgo mayor en la comunidad; querían "enseñar y dominar" (1 Tim 2,12).

Influenciadas por los falsos doctores, aceptaban cualquier doctrina extraña (1 Tim 4,1-2), rechazaban el matrimonio (1 Tim 4,3; ver 5,14), andaban de casa en casa (probablemente de comunidad en comunidad, (1 Tim 5,13) y ya no atendían a su propia familia (1 Tim 5,8); con eso provocaban pleitos, discusiones, rabias y burlas (1 Tim 1,4; 2,8; 5,13; 6,4-5).

Destruían la paz en la comunidad.

Si leemos el texto de 1 Tim 2,8-15 teniendo en cuenta este telón de fondo nos quedará claro lo siguiente: Pablo no está hablando de la mujer en general, sino pensando en aquel grupo de señoras de la comunidad de Efeso.

No está en contra de que la mujer estudie; lo que pide es que aquellas señoras estudien con calma y humildad puesto que todavía se encuentran en la instrucción inicial (2 Tim 2,11).

No se opone a la participación de la mujer en el liderazgo de la comunidad, pero cuestiona las pretensiones de aquel grupo de viudas ricas que, por ser ricas, eran visitadas por los falsos doctores, dejándose ingenuamente manipular por ellas.

Por eso les pide Pablo que sean más modestas, para que no provoquen más a aquellos doctores (2 Tim 2,9-10).

Pablo no enseña que el hombre es superior a la mujer, pero sí que cualquiera que esté en la fase de instrucción inicial tiene por encima a los responsables de esa instrucción; los responsables de la enseñanza tienen precedencia para con los alumnos, sobre todo en aquella época de tanta variedad de doctrinas diversas y extrañas (1 Tim 2,11-12).

No enseña tampoco que toda mujer deba ser madre para poder salvarse, pero sí encuentra que en el caso de aquellas viudas jóvenes que despreciaban el matrimonio el único medio que había para que se recuperaran era casarse de nuevo y llegar a la maternidad (1 Tim 2,15; 5,14-15).

Si tomamos en cuenta este texto en el contexto de aquella época, 1 Tim 2,8-15 nos muestra un avance.

A pesar de las reservas que tiene Pablo para con aquel grupo de señoras de Efeso, está suponiendo como cosa natural el que la mujer reciba instrucción, lo cual no era tan común en la sinagoga.

Extraído del folleto "UNA ENTREVISTA CON EL APOSTOL PABLO" por Carlos Mesters..

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