Y es que normalmente los católicos solemos andar bastante desinformados de las cosas de nuestra propia iglesia y en consecuencia aceptamos todas las bofetadas que nos sueltan, encima convencidos de que nos las merecemos. Pues no. Ni mucho menos.
Lo que mejor hemos prendido es a poner la otra mejilla, callar, y aguantar todos los improperios. Pero se nos olvida que también el evangelio dice que “la verdad os hará libres”, y hay que decir la verdad de las cosas, verdad por cierto que no todos pueden escuchar con la misma alegría.
Llevamos toda la vida aguantando la historia de las cruzadas y la inquisición. De las cruzadas sólo una cosa diré: que nosotros estábamos primero, que el islam nos echó de allí y no pacíficamente, y que las cruzadas no eran otra cosa que recuperar lo que nos robaron y garantizar a los peregrinos el acceso a los santos lugares. Es decir, estás tan tranquilito en los Santos lugares, viene el islam y conquista lo que es tuyo, y cuando decides recuperar lo que te es propio, encima el malo eres tú.
¿Que se recuperó con sangre? Claro. Es que las cosas se hacían así. A mandobles. Sobre todo porque cuando al morito le decías que se vaya usted que esto era mío, el morito no sólo no se iba sino que si podía te rebanaba el gaznate con la cimitarra. Cosas que pasaban.
Llevamos toda la vida aguantando los supuestos muertos de la inquisición. ¿Cuántos en toda Europa? 10.000? 20.000? 30.000? 50.000? Estudios muy serios afirman que en España, entre 1540 y 1700, murieron víctimas de la hoguera nada menos que 59 personas. Pero es igual, aunque fueran cien veces más. Los más discretos calculan en cinco millones las víctimas de la represión de Stalin, de las cuales 1.500.000 fueron ejecuciones directas. Y en cuatro días como el que dice. ¿Y a estas alturas van a venir el ateísmo militante, los agnósticos, a llamarnos asesinos a nosotros?
Nos faltan formación e información. Nos falta saber decir las cosas como son. Por ejemplo, que las víctimas del ateísmo en el mundo superan todo lo inimaginable y sin necesidad de salir del siglo XX.
Necesitamos formarnos y conocer las cosas. Tener argumentos.
Si lo que uno escribe a alguien le sirve para estas cosas, o nos anima a formarnos e informarnos mejor, pues bendito sea Dios.
Por Jorge de Profesion, Cura.
Lo que mejor hemos prendido es a poner la otra mejilla, callar, y aguantar todos los improperios. Pero se nos olvida que también el evangelio dice que “la verdad os hará libres”, y hay que decir la verdad de las cosas, verdad por cierto que no todos pueden escuchar con la misma alegría.
Llevamos toda la vida aguantando la historia de las cruzadas y la inquisición. De las cruzadas sólo una cosa diré: que nosotros estábamos primero, que el islam nos echó de allí y no pacíficamente, y que las cruzadas no eran otra cosa que recuperar lo que nos robaron y garantizar a los peregrinos el acceso a los santos lugares. Es decir, estás tan tranquilito en los Santos lugares, viene el islam y conquista lo que es tuyo, y cuando decides recuperar lo que te es propio, encima el malo eres tú.
¿Que se recuperó con sangre? Claro. Es que las cosas se hacían así. A mandobles. Sobre todo porque cuando al morito le decías que se vaya usted que esto era mío, el morito no sólo no se iba sino que si podía te rebanaba el gaznate con la cimitarra. Cosas que pasaban.
Llevamos toda la vida aguantando los supuestos muertos de la inquisición. ¿Cuántos en toda Europa? 10.000? 20.000? 30.000? 50.000? Estudios muy serios afirman que en España, entre 1540 y 1700, murieron víctimas de la hoguera nada menos que 59 personas. Pero es igual, aunque fueran cien veces más. Los más discretos calculan en cinco millones las víctimas de la represión de Stalin, de las cuales 1.500.000 fueron ejecuciones directas. Y en cuatro días como el que dice. ¿Y a estas alturas van a venir el ateísmo militante, los agnósticos, a llamarnos asesinos a nosotros?
Nos faltan formación e información. Nos falta saber decir las cosas como son. Por ejemplo, que las víctimas del ateísmo en el mundo superan todo lo inimaginable y sin necesidad de salir del siglo XX.
Necesitamos formarnos y conocer las cosas. Tener argumentos.
Si lo que uno escribe a alguien le sirve para estas cosas, o nos anima a formarnos e informarnos mejor, pues bendito sea Dios.
Por Jorge de Profesion, Cura.