viernes, septiembre 04, 2015

Sola Scriptura VS Iglesia



Sola Scriptura VS Iglesia




El que la Biblia no sea la única fuente de Autoridad no significa que toda la doctrina católica no esté latente en la misma.




Es una necedad querer sacarlo todo de la Biblia, pero no es necedad afirmar que La Doctrina Católica vibra en toda la Sagrada Escritura; o mejor dicho, toda la Sagrada Escritura cobra sentido y vida en la Iglesia Católica.




Limitarnos a sólo la Biblia es limitar a Dios; las Escrituras dan testimonio de Jesucristo; pero más aún, La Iglesia es la que da testimonio vivo (en carne propia) de Jesucristo (la fe no viene por el leer...). Porque los Fariseos y Escribas estudiaban las Escrituras ya que creían tener vida eterna en ellas; y Jesús les dice que no, que la vida eterna es él, y esas mismas escrituras en las que quieren encontrar la vida eterna, son las que hablan de él. Y luego, Jesucristo instituye una Iglesia para dar testimonio de él.




1. Los que escudriñan las Escrituras creyendo encontrar en ellas la Vida Eterna, son retados por Jesús...


Vosotros escudriñáis las Escrituras, ya que creéis tener en ellas vida eterna; ellas son las que dan testimonio de mí; y vosotros no queréis venir a mí para tener vida. (Jn 5,39-40)

La vida está en Jesucristo, no en estudiar las escrituras. Lo que está diciendo Jesús, es "ustedes estudian y estudian la Biblia y no quieren venir a mí, cuando la Misma Biblia les habla de mí!". (parafraseando).




Y antes de que cuestionase a aquellos "eruditos bíblicos", el Señor aclaró algo...




2. No se puede fundamentar que la Biblia sea Palabra de Dios con la misma Biblia. Dijo Jesús...


Si yo diera testimonio de mí mismo, mi testimonio no sería válido. (Jn 5,31)




El Señor nos enseña que no se puede dar testimonio de sí mismo, entonces la Biblia no puede dar testimonio de sí misma.




3. Al Señor lo conocemos por sus obras, pero sobre todo, porque se ha revelado.




Al Hijo de Dios lo podemos conocer porque se ha revelado, y no de manera absolutista en el Libro Sagrado, sino que irrumpió en la Historia, en la vida de personas concretas, en el tiempo, en el mundo. Y cuando esto ocurrió, en la plenitud de los tiempos, Aquellos que tenían la misión de dar a conocer la Buena Nueva, pusieron por escrito, después de mucho tiempo, sus propios testimonios. Es lo que hoy conocemos como parte de la "Biblia" (los evangelios).


Pero yo tengo un testimonio mayor que el de Juan; porque las obras que el Padre me ha encomendado llevar a cabo, las mismas obras que realizo, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. Y el Padre, que me ha enviado, es el que ha dado testimonio de mí. Vosotros no habéis oído nunca su voz, ni habéis visto nunca su rostro, (Jn 5,36-37)




4. La Iglesia es la que debe dar testimonio de Jesucristo




Por tanto, cómo conoceremos a Jesús? por la predicación de la Iglesia. La Iglesia es la que tiene la misión de transmitir la Buena Nueva, el Evangelio de la Gracia de Jesucristo. Y la Iglesia lo hace de múltiples formas: Ya con la Sagrada Escritura, las Imágenes (para los que no saben leer), las Buenas Obras, la lucha por la Paz, la Santidad de Vida, y sobre todo... el Martirio (testimonio total).




Es todo esto lo que la Iglesia hace para dar testimonio de Jesucristo, como las obras del Padre daban testimonio de él:Pero yo no considero mi vida digna de estima, con tal que lleve a término mi carrera y el ministerio que he recibido del Señor Jesús: dar testimonio del Evangelio de la gracia de Dios. (Act 20,24)




5. Apologética con No católicos: Escuchar la voz de los Apóstoles en la Sagrada Escritura y en sus Sucesores




Ergo, es una gran forma de hacer defensa de la fe... como Iglesia, con el Testimonio... Nuestra vida debe ser empapada de la Sagrada Escritura (lo que no precisamente es leerla, los que no saben leer, se alimentan de ella en la Sagrada Liturgia), de Buenas Obras, de Santidad, y en el más glorioso de los casos... del Martirio.




Ahora bien, a esto hay que añadirle que hay quienes atacan deliberadamente la fe de la Iglesia. Sin omitir lo primero (ser testigos de Jesucristo) debemos dar un paso más... "dar razón de nuestra esperanza".




Para eso, conviene defender, tanto por la Sagrada Escritura como por el Testimonio de la Iglesia en todos los Siglos, (Biblia + Historia), LA SANA DOCTRINA. Y en esa misma Historia debemos reconocer que siempre ha habido un Magisterio... es decir, un punto de referencia para la Sana Doctrina, y esa referencia son los Apóstoles y sus sucesores.




Por lo tanto, el que desea "dar razón" además de dar testimonio, debe conocer el Magisterio de la Iglesia porque es el mismo Espíritu Santo el que lo ha estado guiando. El Espíritu Santo y los Apóstoles, son inseparables, El Espíritu Santo da testimonio de Jesucristo; y también los Apóstoles:


Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre,él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio. (Jn 15,26-27)




Esto significa que los Apóstoles y sus sucesores (esto es lo que llamamos Magisterio de la Iglesia) han sido siempre guiados por el Espíritu Santo hasta la verdad completa.


Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os explicará lo que ha de venir. (Jn 16,13)




Porque hay quien escucha a los Apóstoles y sus Sucesores (Magisterio) y tiene el Espíritu de la Verdad.

Pero hay quien no los escucha e inventan su propia doctrina, aunque digan que se basan en el testimonio Escrito de la Iglesia del Dios Vivo - columna y baluarte de la Verdad- (la Biblia); éstos son guiados por el espíritu del error...


Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado. (Lc 10,16)


Queridos, no os fiéis de cualquier espíritu, antes bien, examinad si los espíritus son de Dios, pues muchos falsos profetas han venido al mundo. [...]
Nosotros somos de Dios. El que conoce a Dios nos escucha, el que no es de Dios no nos escucha. En esto reconocemos el espíritu de la verdad y el espíritu del error. (1Jn 4,1.6)



Por Lancelot.