viernes, marzo 18, 2016

¿Quién es usted para juzgar a los demás?




Por el Dr. Paul Copan

Sin Duda,
Mateo 7:1 es el versículo más citado en la actualidad:
“No Juzguéis, para que no seáis juzgados”.



Su significado se ha tergiversado para indicar que no podemos decir que las acciones o el estilo de vida de alguien están equivocados. Sin embargo cuando una persona dice: “No juzgue”, lo está juzgando a usted por haber juzgado a otro; Es como implícitamente decir “¡usted se equivocó al decir que otra persona procedió de manera equivocada!” Es evidente que no podemos evitar emitir juicios morales. Además, en el mismo contexto de este versículo citado con frecuencia, Jesús emitió un juicio moral y empleo metáforas sobre “perros” y “cerdos”
(Mateo 7:6) para referirse a ciertas personas y señalar NO debemos seguir presentándose la gracia de Dios a los que siempre se burlan y ridiculizan. Esto es un juicio. Llega un momento en que tenemos que sacudir el polvo de nuestros pies y ocuparnos de los más receptivos (Mateo 10:14; Hechos 13:51). Por otra parte, Jesús ordenó lo siguiente: “No juzguéis según las apariencias sino juzgad con justo juicio” (Juan 7:24, énfasis agregado).

¿Cómo resolvemos esta aparente contradicción? Teniendo en cuenta el espíritu con el que juzgamos. ¿Pensamos que somos superiores (la actitud que Jesús condenó) o evaluamos las acciones y las actitudes con espíritu de humildad y un sincero interés luego de considerar nuestras propias debilidades
(1 Co. 10:13; Ga. 6:1)? En Mt. 7:5, Jesús nos dijo que, en primer lugar, nos examinemos personalmente (sacar la viga de nuestros propios ojos) para luego poder ayudar a nuestros hermanos (sacar la paja de sus ojos). Entonces sí es posible juzgar, pero solo después de un autoexamen. La clase de juicio equivocado es el condenatorio. El juicio correcto consiste en evaluar de manera apropiada las cuestiones morales (o doctrinales) con una actitud humilde y servicial. (En 1 Co. 5:5, se requiere que la iglesia juzgue—e incluso expulse—a un miembro de la congragación por su conducta sexual deshonesta). Debemos tratar a los demás como queremos ser tratados (comp. Mt. 7:12) y pensar: Le podría pasar a cualquiera.

Por lo tanto, al hablar del tema de juzgar a los demás, en primer lugar hay que especificar que se quiere decir con la palabra “juzgar”, ya que esto puede servir como parámetro para determinar el tipo correcto e incorrecto de juicio. Debemos atrevernos a efectuar juicios morales y no podemos evadirlos, pero debemos hacerlo justamente y bajo los mismos parámetros que la Escritura nos dicta.

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